Al igual que muchas especialidades dentro del campo de la salud oral, encontramos a los cirujanos maxilofaciales. ¿En qué consiste esta especialidad?

La cirugía maxilofacial es una intervención quirúrgica que tiene el objetivo de corregir las deformidades dento-craneo-maxilofaciales, que afectan a la cavidad oral, al esqueleto facial o incluso a las estructuras cervicales relacionadas. Existe un buen número de alteraciones que se caracterizan por involucrar a distintos elementos del esqueleto facial que se dividen en dos grandes grupos: congénitas y adquiridas.

Estas irregularidades, además de romper la armonía y simetría de la estructura ósea de la cara, pueden ocasionar diferentes problemas funcionales como dolor de cabeza y en la boca, dificultad para masticar, morder o tragar, desgaste de los dientes, maloclusión, respiración bucal crónica, sequedad en la boca y posibilidad de sufrir apneas del sueño nocturnas.

Es por ello que el procedimiento de la cirugía maxilofacial permite tratar diferentes patologías mediante diversas técnicas como:

• Tratamientos quirúrgicos odontológicos como exodoncias de terceros molares (muelas del juicio) y otros dientes o implantes.
• Extirpación de quistes y tumores en la boca, la cara y el cuello.
• Enfermedades de las glándulas salivales.
• Trastornos de la articulación temporomandibular (ATM).
• Cirugía ortognática (rehabilitación de la mandíbula o maxilar inferior).

¿Qué problemas trata la cirugía maxilofacial?

1. Incorrecta colocación de los dientes: También conocida como maloclusión, puede tener graves consecuencias para la salud oral. La cirugía maxilar permite corregir estos casos cuando los brackets no son suficientes.

2. Desequilibrio entre el tamaño del maxilar superior y la mandíbula: Esta anomalía supone un problema estético, ya que afecta a la apariencia del rostro. En esta ocasión, el objetivo es mejorar la armonía y la simetría facial.

Las técnicas quirúrgicas maxilofaciales han evolucionado mucho a lo largo de estos años. Por ello, hoy en día se recurre, asimismo, a esta cirugía para tratar otras complicaciones, como, por ejemplo, la apnea obstructiva del sueño.

La cirugía maxilofacial requiere una rigurosa planificación previa y un seguimiento posterior, puesto que implica un tratamiento personalizado. Por lo que para cada caso se deberá realizar primero un diagnóstico previo con análisis de los tejidos blandos y radiografías, para luego valorar los rasgos a modificar, el tipo de intervención y los pasos a seguir. En esta fase se determina cuál es la posición de los maxilares, si requieren un avance, una rotación, un descenso, etc. Igualmente, se valoran otras necesidades del paciente, por ejemplo, correcciones en el mentón, los labios o los ángulos mandibulares.

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